Abren en la UDEM debate sobre identidad y migración

 

Por Fanny Martinez

 

El debate en América Latina gira en torno a su propia identidad y eso es un vínculo con países europeos porque en el Viejo Continente las preocupaciones son las mismas, en opinión de Phillipe Richou, jefe de la Oficina de Francia en Monterrey, en una charla con estudiantes en la Universidad de Monterrey.

“En América Latina, ustedes recibieron cantidad de inmigrantes, pero hace ya mucho tiempo que es una tierra de emigración, y su desafío ya no es tanto la integración de nuevos inmigrantes, si bien, desde hace unos años, (inició el proceso de) la integración dentro de sus sociedades, en las comunidades que estaban un poco relegadas”, estableció.

El diplomático participó esta mañana en el Foro “La interculturalidad en el mundo de hoy. Competencia intercultural – interculturalidad en los negocios”, organizado por la Society for Intercultural Education Training and Research (SIETAR), que tuvo lugar en la Sala del Claustro Universitario.

Richou relató que, en Francia, se debate mucho sobre el tema, porque la integración es como un contrato: quien ingresa debe respetar las leyes escrupulosamente para ser aceptado, aunque no se  le solicite que cambie completamente de costumbres.

“Nos parece muy violento exigir al inmigrante que llega que sea más francés que un francés, pero tampoco imaginamos que va a vivir como en su país de origen”, aseveró.

El exconsejero de Prensa y Comunicación de la Embajada de Francia en Madrid y en el Consulado General de Francia en Miami destacó que, en Canadá, los inmigrantes pueden conservar ciertos elementos de la ley islámica que van a regir las relaciones entre la gente y que van en contra de la ley canadiense, pero se busca el punto medio para que la persona “pueda sentirse en su burbuja comunitaria sin que esto se vuelva demasiado problemático para los demás”.

“(En Francia) estamos a medio camino del sistema anglosajón; en Canadá, que es un gran laboratorio en el que se habla de los ‘arreglos razonables’ entre la cultura originaria y la que acoge, aceptarán que vivan según las leyes culturales de sus países hasta cierto punto”, asentó.

Richou destacó que su país ve el diálogo de las culturas como una sana e insaciable sed de descubrir y entender al otro, no solamente en su actualidad inmediata, sino también en su entorno social e histórico.

“Este diálogo propicia la paz y un fecundo acercamiento de las culturas y civilizaciones; por ejemplo, Francia puede vanagloriarse del inmenso trabajo de sus antropólogos a lo largo de la historia y México fue y sigue siendo un país muy atractivo para la investigación antropológica francesa”, comentó.

El ponente precisó que la contraparte a la diversidad cultural es una uniformización, que resulta al mismo tiempo “una tentación y una amenaza: es muy cómodo uniformizar todo en este contexto de globalización, pero también terriblemente empobrecedor”.

“Nosotros consideramos que entramos mucho mejor en una sociedad tratando de entender su cultura y de fomentar intercambios culturales que a través exclusivamente del negocio”, expuso.

“No hay chance de que lleguemos a hacer buenos negocios en Monterrey si no entendemos esta sociedad y, para entenderla, tenemos que entender su cultura, fomentar vínculos extraprofesionales para que, poco a poco, los regios se den cuenta de que, más allá de Texas, hay muchas oportunidades interesantes en el mundo”, expresó.

Richou explicó que el concepto de “diversidad cultural” apareció por primera vez en un documento oficial francomexicano en 1998, firmado por los dos cancilleres de los países, en el que se comprometieron a promover esa diversidad cultural.

Agregó que todos los trabajos que se hacían antes para tratar de organizar no solo el mercado de la cultura, sino también las relaciones interculturales a nivel intergubernamental, desembocaron en la Convención sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO, en octubre de 2005.

Este documento afirma el carácter distintivo de los bienes, servicios y actividades culturales como vectores de transmisión de identidad, valores y sentidos y los saca del fuero común del comercio internacional, que era el tema no solo a nivel global, sino europeo.

El representante gubernamental francés afirmó que, en la concepción anglosajona, la cultura es un bien comercial como cualquier otro y, por lo tanto, se tiene que regular, pero Francia luchó mucho contra esta idea considerando que no se podía hacer de la cultura una mercancía y que, por lo tanto, se tenía que proteger y tener la posibilidad como estados de tener unos dispositivos de protección especiales para las culturas.

En su plástica, Richou añadió que la Convención también destaca que la cultura no puede seguir siendo considerada únicamente como un subproducto del desarrollo, sino que debe ser vista como uno de los principales factores de desarrollo sostenible.

“La convención replantea un nuevo marco internacional para la gobernanza y la gestión de la cultura y, entre otras cosas, promueve y alienta la cooperación internacional para facilitar la movilidad de los artistas y con el flujo de bienes y servicios culturales”, sostuvo.

Durante la jornada, se realizaron conferencias y talleres en diversos sitios del campus, con temas como “Conflictos multiculturales”, “Personal leadership”, “Competencias interculturales”, simulaciones “En el recorrido con los migrantes” y “Negociaciones multiculturales”, entre otros.

Un día anterior, el miércoles 25 de abril, se realizó un Pre Foro con sede en el Tecnológico de Monterrey, en la que se impartió una conferencia y se realizó una asamblea de Sietar México.

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